La denominada pérdida de valores es un tema bastante recurrente hoy en día porque sirve para evitar tratar temas importantes de mayor complejidad. En algunas ocasiones, recurrimos a los valores para abordar temas importantes, como pueden ser la familia, la vida, la seguridad, la patria o el mérito entre otros; pero como nos dice Daniel Innerarity en su texto “Cuidado con los valores” (Innerarity, D. 2008) también se utilizan para evitar hablar de temas como los derechos, tema difícil de discutir y llegar a un acuerdo sobre la mejor opción u opinión. Por este motivo, cuando se habla de una crisis de valores, suele ser para evitar un aspecto difícil de aclarar y concretar un acuerdo, discutiendo en su lugar un tema evidente de fácil solución que “conforme” a todos.
Podemos decir que esta “crisis de valores” se debe en parte a la cultura política de nuestras sociedades. Los políticos discuten constantemente temas relacionados con valores, dando más importancia a los valores que mejor se adaptan los ideales políticos de su partido y restándole relevancia a otros valores que no se amolden a ellos. De esta forma, los políticos intentan “imponer” a la sociedad y a sus votantes una selección de valores mal realizada, debilitando su estatus frente a la sociedad. Tal como dice Innerarity: los políticos “se olvidan interesadamente de que hay un debate sobre el "valor de los valores", e incluso un uso expresamente ideológico del lenguaje moral frente a la lógica de los derechos y deberes. No respetan a quien discrepa porque tampoco respetan la riqueza y complejidad de esos valores bajo cuya protección se encuentran siempre instalados con tanta comodidad.” (Innerarity, D. 2008), olvidando también que la riqueza de los valores consiste en una discusión colectiva sobre ellos, sin que nadie imponga los suyos por encima de los demás.
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