La “Ética de la Información” de Floridi (EI) resuelve los problemas que las otras éticas no pueden resolver, porque es una ética teórica que se ocupa de todo lo real (macroética). Por otro lado, las otras éticas se han ocupado de la información desde uno de los tres aspectos informacionales: información como recurso, información como producto o información como objetivo. Teniendo en cuenta uno y sólo uno de estos aspectos, las microéticas correspondientes han podido aplicarse en el discurso moral de determinados asuntos morales.
La Ética de la Información considera todas las entidades como objetos informacionales, incluidos los agentes morales y todo lo que existe (incluso lo ideal, intangible o futuro) que constituyen la infosfera.
La EI considera que los agentes morales, que son los que producen las acciones morales, no sólo son individuales y de naturaleza humana, sino que también se incluyen la moralidad distribuida en el discurso ético y los agentes morales de tipo artificial, como pueden ser los computadores o las sociedades. La aparición del ciberespacio como nuevo entorno donde los seres humanos pasan parte de sus vidas, justifica la necesidad de ampliar la concepción de paciente moral a todo objeto informacional, que incluiría toda la infosfera.
La EI considera que todo objeto informacional posee un valor moral aunque sea mínimo o relativo que debe ser respetado, aunque sea mínimamente. Esto quiere decir que el paciente es el centro del discurso ético y presenta unas exigencias morales que limitan o guían el comportamiento del agente. El principio general es “respeta y cuida, si puedes a todas las entidades por su propio beneficio”.
La EI no proporciona soluciones inmediatas a los problemas éticos concretos, como puntualiza Floridi, pero proporciona la base conceptual que guiaría los procedimientos adecuados para resolverlos.
Floridi denomina “Homo poiticus” a los tecnólogos como usuarios, productores y como interventores en el entorno informacional.
Los poderes ónticos del Homo poieticus se han ido incrementando progresivamente. Pueden ejercitarlos de diversos modos, en términos de control, creación o modelado, sobre sí mismo, sobre su sociedad y sobre su entorno natural y artificial. El Homo poieticus no puede abandonar su responsabilidad de proteger y cuidar de los que le rodea, al contrario, se le exige un continuo esfuerzo intelectual y teórico.
Si se produjera una pérdida de las funciones del Homo poieticus, lo que iría en contra del principal principio moral de la Ética de la Información, se produciría un aumento en la entropía, una destrucción o corrupción, y un empobrecimiento de la infosfera.